domingo, 23 de diciembre de 2007

Las tesis catolicas

-La difusión de las tesis católicas radicales no fue por supuesto, un fenómeno peculiar de la Argentina. Aún cuando el padre Carlos Mújica las propagó y Juan García Elorrio las desarrolló, después buena parte del ímpetu procedió del Vaticano y del ejemplo dado por Camilo Torres, sacerdote-guerrillero colombiano con impronta de mártir (1963). El Vaticano consciente que más de un tercio de sus seguidores se hallaban en América Latina, y temeroso de que sus millones de pobres cayeran en las redes rivales del ateísmo marxista, empezó a preocuparse más por ellos a partir de fines de 1950, y especialmente durante los papados de Juan XXIII, y Pablo VI, en los sesenta.

Al observar la creciente participación de los católicos en las luchas de clases populares, el dialogo con los marxistas, se hizo aceptable para el Vaticano. Juan XXIII, en Pacem in Terris (1963), dijo que en el marxismo “había buenos elementos merecedores de aprobación”.El Concilio Vaticano II, formalizó esa nueva orientación católica. En ellos se condenaba la pobreza, la injusticia, la explotación, como resultado del afán humano de poder y riqueza; se incitaba asimismo a los cristianos, en nombre del amor al prójimo, a que lucharan por la igualdad.
El nuevo mensaje surgió en el Concilio de 1965, el Patriarca Máximo IV, declaró que el verdadero socialismo es el cristianismo; integralmente vivido en el justo reparto de los bienes y en la igualdad fundamental de todos”
La promulgación por del Papa Pablo VI, de la Populorum Progressio
sintetizó las ideas del Concilio Vaticano II; atacaba la desigualdad, la codicia, el racismo y el egoísmo de las naciones ricas, pero no aclaraba como debían vencerse tales injusticias. La violencia era descartada, excepto dónde sea manifiesta una tiranía verdadera que perjudicara derechos personales fundamentales y dañar peligrosamente el bien común del país.

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