domingo, 23 de diciembre de 2007

Cavando la tumba

“Todo es oscuro me pongo a pensar / todo es silencio en el más allá / no sé si podré reír y llorar / por más que yo piense no sé que habrá allá / yo cavo mi tumba, no he de temblar / pues tengo el pasaje hacia el más allá”; no obstante, de lo que dice la poesía, las religiones monoteístas, enseñan que después de la muerte hay vida, el paraíso para los que se han portado bien en la tierra y el infierno para los otros; mas eso es cuestión de fe, y no todos los seres humanos abrazan una religión.

Cada día que pasa estamos cavando la tumba y no la del vecino, sino la nuestra, pero eso no debe ponernos necrológicos, simplemente interpretar la vida desde una óptica realista. Que no se tome tampoco como un mal presagio, ni mucho menos como una apología de la “guadaña”, es una metáfora, para tomar con buen humor el paso del tiempo. A medida va sumando años el ser humano, según mi criterio, su humor debe ser más fino pues no se debe tomar como un drama nuestra desaparición física de éste mundo, simplemente es el final de la vida. Muchos dramatizan sobre ello porque nadie ha vuelto a contar que pasa en él al más allá y se agiganta la incertidumbre, día a día. Ya ven cada “maestro con su librito”, es cuestión de fe o creencias. Lo que quiero decir con “cavar la tumba”, es que los seres humanos debemos ir poco a poco preparándonos para ese momento y haciendo cosas buenas para trascender después de nuestro alejamiento definitivo. Desde que era un niño escuche decir a los mayores que un hombre para haber cumplido su misión terrenal debe tener un hijo, plantar un árbol y escribir un libro, y en eso creo, todos estamos de acuerdo porque de esa manera uno permanece en la memoria de los seres queridos y de acuerdo a su obra será recordado bien o mal, aunque por lo segundo, por más que insistan, el difundo en su cajón, no admite libro de quejas.

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